Del docente inexperto que fui… al docente con inquietudes y vicisitudes que soy en el presente.
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Del docente inexperto que fui… al docente con inquietudes y vicisitudes que soy en el presente.
Del docente inexperto que fui… al docente con inquietudes y vicisitudes que soy en el presente.
Hace once años con exactitud del tiempo, comencé mi práctica docente, y revivir el primer día en el que entré en el aula y enfrentarme a un grupo numeroso de adolescentes de secundaria siempre perdurará en mí ser. Ciertamente una novata en el tema de la educación sin previos conocimientos pedagógicos ni didácticos comencé en este andar, aún recuerdo el conjunto de sentimientos encontrados que se fueron disipando y clarificando al pasar el tiempo.
Sin duda mi primer proceder ante la experiencia de mi primer clase fue retomar a mis profesores, profesores que dejaron huella en mi vida, profesores de los cuales aprendí más allá de conocimientos acumulativos y complejos, aquello que lograron vincular la experiencia de mi cotidianidad con sus materias, aquellos que se preocuparon por entenderme, comprenderme y acercarse a mí en la etapa adolescente, de los cuales me siento afortunada por tener profesores con esa visión.
Así, visualice que tendría que ser yo para ser una buena docente, y me lo propuse serlo, sin darme cuenta, hasta el día de hoy con la lectura de Pérez Gómez que estaba cayendo en una perspectiva práctica del modelo tradicional, en el sentido de que sólo me propuse reproducir la manera en que aprendí, aún más cuando las asignaturas de Física y Biología que impartí desde ese entonces, se me presentaron complejas, ya que no era una experta en la disciplina, sin embargo, los docente a quienes pretendí reproducir nada tenían de tradicionales y más tenían de creativos, reflexivos y comprometidos con sus alumnos.
Sin embargo en el andar, me fui dando cuenta de situaciones que iban más allá de reproducir un modelo con el que fui educada, las situaciones de la propia escuela me fueron cambiando constantemente nuevos horizontes, donde al pertenecer a una escuela popular se me fue dando una formación política, donde los valores, metas y objetivos a los que hace referencia Pérez Gómez en el enfoque reflexivo sobre la práctica, fueron aportándome elementos de reflexión y crítica en relación del contexto social, necesariamente porque se plantean como indispensables en el movimiento de lucha… aun así, la labor de promover un conocimiento que trastoque a los alumnos en su conocimiento y en sus manera de ver la realidad desde la enseñanza de la Física y la Biología se me presentó y se me sigue presentando como un reto que más allá de superar, se configura como un camino sinuoso. Ya que el enfoque tradicional y la perspectiva de la práctica técnica siempre hace énfasis en su necesidad de utilización de conceptos desarticulados con una realidad presente y latente.
Desde esta perspectiva, mi práctica como docente, y más que práctica, mi vida como docente, se ha visto envuelta de vaivenes, donde se han hecho presentes, de manera muy inconsciente, cada una de las perspectivas y modelos de la enseñanza, unas más que otras, situación que más allá del bien y del mal, sólo significa que, desde mi visión, uno tiene que pasar por estas experiencias para entonces tomar las riendas de su vida docente, dejar de pensar en mis metas y objetivos y volver los ojos nuevamente, como el primer día: a los alumnos.
El docente que quiero ser.
Es entonces que pensando en la enseñanza de la Física y la Biología, desde la propuesta de Scwab, quien menciona que “la enseñanza es antes una actividad práctica que una actividad técnica ya que implica el influjo de situaciones complejas y problemáticas, ante las cuales el profesor/a debe elaborar criterios racionales de comprensión y propuestas argumentadas” con esto quiero decir, que la enseñanza en sí de asignaturas de tal envergadura científica no se presenta aislada, se acompañan de situaciones complejas, indefinibles e imprevisibles que parten de los alumnos y la realidad.
Es decir, que si bien la Física y la Biología, como ciencias puras y exactas, se presentan como saberes de aplicación científica y tecnológica, no se presenta aisladas de una realidad contextualizada, que implica tanto a alumnos, docentes, padres de familia y a la sociedad en general y a situaciones de la vida cada vez más complejas y difíciles.
Por esta razón, retomando el enfoque reflexivo sobre la práctica donde la reflexión esta implicada “la inmersión consiente del hombre en el mundo de su experiencia, un mundo cargado de connotaciones, valores, intercambios simbólicos, correspondencias afectivas, intereses sociales y escenarios políticos” se me presenta la necesidad de renovarme a mí misma, a mi práctica como profesora, como ciudadana, quizá, ambiciosamente para lograr un transformación del tejido social, o por lo menos de hacer de la enseñanza de la Física y la biología parte de una educación que abra las puertas de la democracia real.
Sin duda mi primer proceder ante la experiencia de mi primer clase fue retomar a mis profesores, profesores que dejaron huella en mi vida, profesores de los cuales aprendí más allá de conocimientos acumulativos y complejos, aquello que lograron vincular la experiencia de mi cotidianidad con sus materias, aquellos que se preocuparon por entenderme, comprenderme y acercarse a mí en la etapa adolescente, de los cuales me siento afortunada por tener profesores con esa visión.
Así, visualice que tendría que ser yo para ser una buena docente, y me lo propuse serlo, sin darme cuenta, hasta el día de hoy con la lectura de Pérez Gómez que estaba cayendo en una perspectiva práctica del modelo tradicional, en el sentido de que sólo me propuse reproducir la manera en que aprendí, aún más cuando las asignaturas de Física y Biología que impartí desde ese entonces, se me presentaron complejas, ya que no era una experta en la disciplina, sin embargo, los docente a quienes pretendí reproducir nada tenían de tradicionales y más tenían de creativos, reflexivos y comprometidos con sus alumnos.
Sin embargo en el andar, me fui dando cuenta de situaciones que iban más allá de reproducir un modelo con el que fui educada, las situaciones de la propia escuela me fueron cambiando constantemente nuevos horizontes, donde al pertenecer a una escuela popular se me fue dando una formación política, donde los valores, metas y objetivos a los que hace referencia Pérez Gómez en el enfoque reflexivo sobre la práctica, fueron aportándome elementos de reflexión y crítica en relación del contexto social, necesariamente porque se plantean como indispensables en el movimiento de lucha… aun así, la labor de promover un conocimiento que trastoque a los alumnos en su conocimiento y en sus manera de ver la realidad desde la enseñanza de la Física y la Biología se me presentó y se me sigue presentando como un reto que más allá de superar, se configura como un camino sinuoso. Ya que el enfoque tradicional y la perspectiva de la práctica técnica siempre hace énfasis en su necesidad de utilización de conceptos desarticulados con una realidad presente y latente.
Desde esta perspectiva, mi práctica como docente, y más que práctica, mi vida como docente, se ha visto envuelta de vaivenes, donde se han hecho presentes, de manera muy inconsciente, cada una de las perspectivas y modelos de la enseñanza, unas más que otras, situación que más allá del bien y del mal, sólo significa que, desde mi visión, uno tiene que pasar por estas experiencias para entonces tomar las riendas de su vida docente, dejar de pensar en mis metas y objetivos y volver los ojos nuevamente, como el primer día: a los alumnos.
El docente que quiero ser.
Es entonces que pensando en la enseñanza de la Física y la Biología, desde la propuesta de Scwab, quien menciona que “la enseñanza es antes una actividad práctica que una actividad técnica ya que implica el influjo de situaciones complejas y problemáticas, ante las cuales el profesor/a debe elaborar criterios racionales de comprensión y propuestas argumentadas” con esto quiero decir, que la enseñanza en sí de asignaturas de tal envergadura científica no se presenta aislada, se acompañan de situaciones complejas, indefinibles e imprevisibles que parten de los alumnos y la realidad.
Es decir, que si bien la Física y la Biología, como ciencias puras y exactas, se presentan como saberes de aplicación científica y tecnológica, no se presenta aisladas de una realidad contextualizada, que implica tanto a alumnos, docentes, padres de familia y a la sociedad en general y a situaciones de la vida cada vez más complejas y difíciles.
Por esta razón, retomando el enfoque reflexivo sobre la práctica donde la reflexión esta implicada “la inmersión consiente del hombre en el mundo de su experiencia, un mundo cargado de connotaciones, valores, intercambios simbólicos, correspondencias afectivas, intereses sociales y escenarios políticos” se me presenta la necesidad de renovarme a mí misma, a mi práctica como profesora, como ciudadana, quizá, ambiciosamente para lograr un transformación del tejido social, o por lo menos de hacer de la enseñanza de la Física y la biología parte de una educación que abra las puertas de la democracia real.
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