Innovación desde una práctica reflexiva
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Innovación desde una práctica reflexiva
Hasta este momento hemos revisado diferentes autores como Díaz Barriga, Perrenoud, y Libedinsky quienes nos plantean la alternativa de trabajar con el desarrollo de proyectos en nuestra labor como docentes, nos mencionan una serie de beneficios que se pueden obtener al desarrollarlos, entre ellos el poder hacer uso de las experiencias previas de los alumnos lo que permitirá una conexión con los conocimientos nuevos, es decir promover aprendizajes significativos para los alumnos que les signifiquen una utilización de los mismos en la vida cotidiana, así mismo promueven el desarrollo de distintas competencias por parte de los estudiantes, de los cuales se busca una participación activa en la construcción de sus aprendizajes.
Entre las ventajas que se obtienen con la implementación del método por proyectos es que vinculan con los planes y programas de estudio que se encuentran vigentes en los diferentes niveles educativos, es decir, proporcionan una respuesta a una de las preguntas que se hacen con respecto al enfoque por competencias: ¿cómo alcanzar los objetivos que se plantean en las reformas educativas actuales?, incluso dentro de dichas reformas, el método de proyectos se plantea como medio de enseñanza, ¿Por qué no funciona?, ¿por qué no se obtienen los resultados esperados?
La respuesta es compleja, sin embargo, me gustaría concentrarme en una, el papel del profesor, este parece aun resistirse a renunciar a su papel central en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues es una posición más cómoda ya que preferimos creer que hacemos bien nuestro trabajo y que lo que esta mal en la educación está fuera de mi, es externo y sin posibilidades de cambiar, modificar o contrarrestar.
Lo que vemos en la práctica cotidiana es que a los profesores se nos facilita más hacer aquellas actividades donde tenemos el control y podemos predecir con mayor facilidad los resultados, pues ello no demanda una reflexión sobre sí mismo, una autoevaluación de los resultados que se obtienen del trabajo realizado, ni un análisis de nuestra práctica docente.
Dewey y Shön (en Díaz Barriga, 2006) mencionan que el profesor debe ser concebido como un aprendiz permanente, lo que le permitirá replantear sus prácticas y tener la capacidad de aprender formas innovadoras para afrontar los nuevos retos que la educación demanda.
Perrenoud, Díaz Barriga y Libedinsky mencionan que para que el método de proyectos pueda ser considerado como una alternativa de trabajo en las escuelas, es necesario primeramente que el docente esté dispuesto a desprenderse de su papel central en el proceso de enseñanza-aprendizaje; y tener la disposición para autoevaluarse, para replantear su práctica docente reconociendo que el conocimiento debe partir de las necesidades e interés de los alumnos; no obstante, el método por proyectos no es garantía de la obtención de excelentes resultados, pero es una posibilidad que como profesores no debemos dejar de intentar, pues nuestro labor requiere de una reestructuración constante, de una actitud con apertura a los cambios y comprender que la experiencia y la innovación no son términos contrapuestos, sino complementarios.
Tal vez debamos cuando preguntamos ¿por qué las reformas educativas no dan los resultados que se esperan?, ¿si el enfoque por competencias es el adecuado para llevarlo a cabo en el ámbito educativo?, tenemos que comenzar por buscar respuestas primeramente en nosotros mismos, en lo que día con día estamos haciendo en nuestras aulas; ¿estamos conscientes de lo que estamos haciendo como docentes?, o ¿somos sólo reproductores de un sistema que desconocemos? Porque no somos capaces de repensar desde dentro, desde nosotros mismos.
Entre las ventajas que se obtienen con la implementación del método por proyectos es que vinculan con los planes y programas de estudio que se encuentran vigentes en los diferentes niveles educativos, es decir, proporcionan una respuesta a una de las preguntas que se hacen con respecto al enfoque por competencias: ¿cómo alcanzar los objetivos que se plantean en las reformas educativas actuales?, incluso dentro de dichas reformas, el método de proyectos se plantea como medio de enseñanza, ¿Por qué no funciona?, ¿por qué no se obtienen los resultados esperados?
La respuesta es compleja, sin embargo, me gustaría concentrarme en una, el papel del profesor, este parece aun resistirse a renunciar a su papel central en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues es una posición más cómoda ya que preferimos creer que hacemos bien nuestro trabajo y que lo que esta mal en la educación está fuera de mi, es externo y sin posibilidades de cambiar, modificar o contrarrestar.
Lo que vemos en la práctica cotidiana es que a los profesores se nos facilita más hacer aquellas actividades donde tenemos el control y podemos predecir con mayor facilidad los resultados, pues ello no demanda una reflexión sobre sí mismo, una autoevaluación de los resultados que se obtienen del trabajo realizado, ni un análisis de nuestra práctica docente.
Dewey y Shön (en Díaz Barriga, 2006) mencionan que el profesor debe ser concebido como un aprendiz permanente, lo que le permitirá replantear sus prácticas y tener la capacidad de aprender formas innovadoras para afrontar los nuevos retos que la educación demanda.
Perrenoud, Díaz Barriga y Libedinsky mencionan que para que el método de proyectos pueda ser considerado como una alternativa de trabajo en las escuelas, es necesario primeramente que el docente esté dispuesto a desprenderse de su papel central en el proceso de enseñanza-aprendizaje; y tener la disposición para autoevaluarse, para replantear su práctica docente reconociendo que el conocimiento debe partir de las necesidades e interés de los alumnos; no obstante, el método por proyectos no es garantía de la obtención de excelentes resultados, pero es una posibilidad que como profesores no debemos dejar de intentar, pues nuestro labor requiere de una reestructuración constante, de una actitud con apertura a los cambios y comprender que la experiencia y la innovación no son términos contrapuestos, sino complementarios.
Tal vez debamos cuando preguntamos ¿por qué las reformas educativas no dan los resultados que se esperan?, ¿si el enfoque por competencias es el adecuado para llevarlo a cabo en el ámbito educativo?, tenemos que comenzar por buscar respuestas primeramente en nosotros mismos, en lo que día con día estamos haciendo en nuestras aulas; ¿estamos conscientes de lo que estamos haciendo como docentes?, o ¿somos sólo reproductores de un sistema que desconocemos? Porque no somos capaces de repensar desde dentro, desde nosotros mismos.
Montse Andrade- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 11/09/2011
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