La innovación en la educación, el trabajo por equipos una alternativa.
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La innovación en la educación, el trabajo por equipos una alternativa.
El fenómeno educativo no se da en aislado, las reformas educativas, con todos sus matices implica un problema complejo: el enfoque que maneja, los fines que se buscan con cada una de las diferentes reformas, las evaluaciones que requiere, etc., que van más allá de los límites mismos de una institución educativa observado principalmente en la falta de vinculación entre las reformas educativas y la realidad.
Aunado a ello, encontramos otros obstáculos que dificultan la innovación, que puntualiza Carbonell, como es la debilidad de las relaciones interpersonales, la ausencia de compromisos, la aplicación homogenizadora y descontextualizada de la innovación. Acompañadas por la resistencia, pesimismo y malestar por parte del profesorado, disfrazado de cansancio que justifica la cómoda rutina, la presencia del individualismo acompañado de la falta de un proyecto institucional que se disfraza con la libertad de cátedra, que impide la formación de un criterio y juicio propio, la formación de un trabajo colectivo y enriquecido a través de la participación individual. Combinados los múltiples factores que el autor rescata y aquellos que podríamos mencionar nosotros mismos a partir de nuestra propia experiencia docente, me lleva a preguntar, ¿es la innovación educativa es una utopía?
Rescatado por el mismo Carbonell, Paulo Freire, dice, “convertir las dificultades en posibilidades, el conflicto hace crecer” es decir, la innovación educativa para muchos puede ser un imposible, no obstante, dicha aseveración lleva a considerar que la educación tiene un mal incurable, lo cual no es del todo cierto pues hay más de un espacio educativo donde hay profesores y profesoras que día a día se esfuerzan por trasformar las dificultades de incongruencia entre las reformas y la realidad educativa que más de uno vivimos en nuestras aulas.
Una propuesta muy interesante es la que realizan Shulman, J. H., Lotan, R. A. & Whitcomb J. A, quienes hacen un análisis de casos que los lleva a considerar que la pedagogía tradicional en la que el profesor es el portador del conocimiento y quien tiene las verdades absolutas, no genera un aprendizaje permanente, y que incluso podríamos decir bajo nuestro contexto actual, que es el enfoque por competencias, ha sido rebasado por las demandas y necesidades de la sociedad misma y requieren de una renovación, de una innovación en las prácticas educativas, en las que el trabajo en equipo, es una opción que promueve un aprendizaje autogestionado y colaborativo, que promueve la participar activa y grupal, donde dicho aprendizaje exige por parte del alumno un pensamiento crítico, iniciativa y la capacidad de resolver situaciones problemáticas.
Ciertamente el trabajo en equipos colaborativos es un medio por el cual se puede hacer frente al requerimiento que hoy demanda el enfoque por competencias, y que promueve en los estudiantes un aprendizaje más significativo que va más allá de la sola memorización, se contrapone a la actitud pasiva por parte del alumno a ser sólo receptor del conocimiento, lo que me lleva a preguntarme, en un contexto globalizador como en el que nos encontramos, donde la evaluación a la calidad educativa es un elemento de gran peso, pero desgraciadamente lo que se evalúa no corresponde a lo que se busca desarrollar con el enfoque por competencias ¿cómo resolver esa disparidad de objetivos?.
Por otro lado, ciertamente para que se dé un proceso de innovación es necesario que los profesores estemos dispuestos a renunciar a ser el poseedor del conocimiento y ser facilitadores del mismo, recuerdo el año 2005, cuando ingrese al sistema como profesora, la revolución que había levantado el cambio en la reforma de secundaria para el 2006 era una verdadera revolución, pues consideraban que era un cambio no por la evaluación de las necesidades de la educación actual sino por el cambio presidencial de aquel entonces y que eran meras intenciones políticas las que se buscaba, pero aun más alarmante era la idea de considerar que en dicha reforma se “denigrara” al profesor a facilitador del conocimiento, muchos profesores, en su mayoría, con ya varios años de servicio se sentían indignados por dicho cambio, a lo que manifestaban no estar de acuerdo, pues no había las posibilidades para que el alumno fuera el centro del proceso educativo, ya que éste no tiene las facultades necesarias para encargarse de sí mismo, por lo que seguirían enseñando igual que siempre ¿cómo combatir la resistencia, la comodidad, la falta de interés del profesorado por enfrentar un enfoque que requiere cambios en su práctica educativa? ¿Cómo generar un trabajo colaborativo, con profesores que se resisten a compartir ideas y proyectos?
Y finalmente ¿Cómo impulsar en los alumnos un pensamiento crítico, iniciativa y como la capacidad de resolver situaciones problemáticas?, recuerdo las condiciones de la escuela donde trabajo, en donde los chicos que asisten tienen poco interés por la escuela, ven en ella sólo un escape para evitar el trabajo o bien las labores en casa, generar en ellos el desarrollo de competencias, nos lleva a una problemática más ¿cómo hacer atractiva la escuela para los alumnos?
Sin duda, enfrentamos diversas dificultades que requieren de una trasformación que implica un cambio de actitudes del profesorado, estar convencido que el trabajo centrado en el alumno requiere de un trabajo colaborativo, en equipo, necesario para que los alumnos hagan frente a las condiciones contextuales, se requiere generar en nuestros alumnos el deseo de aprender para la vida, no solamente conceptos, que no tengan utilidad en su vida diaria, así como buscar medios para sortear las imposiciones burocráticas, lo cual es requiere de cambios muy radicales, en los que unos cuantos podemos comenzar a marcar la diferencia, la duda constante es ¿cómo?.
Aunado a ello, encontramos otros obstáculos que dificultan la innovación, que puntualiza Carbonell, como es la debilidad de las relaciones interpersonales, la ausencia de compromisos, la aplicación homogenizadora y descontextualizada de la innovación. Acompañadas por la resistencia, pesimismo y malestar por parte del profesorado, disfrazado de cansancio que justifica la cómoda rutina, la presencia del individualismo acompañado de la falta de un proyecto institucional que se disfraza con la libertad de cátedra, que impide la formación de un criterio y juicio propio, la formación de un trabajo colectivo y enriquecido a través de la participación individual. Combinados los múltiples factores que el autor rescata y aquellos que podríamos mencionar nosotros mismos a partir de nuestra propia experiencia docente, me lleva a preguntar, ¿es la innovación educativa es una utopía?
Rescatado por el mismo Carbonell, Paulo Freire, dice, “convertir las dificultades en posibilidades, el conflicto hace crecer” es decir, la innovación educativa para muchos puede ser un imposible, no obstante, dicha aseveración lleva a considerar que la educación tiene un mal incurable, lo cual no es del todo cierto pues hay más de un espacio educativo donde hay profesores y profesoras que día a día se esfuerzan por trasformar las dificultades de incongruencia entre las reformas y la realidad educativa que más de uno vivimos en nuestras aulas.
Una propuesta muy interesante es la que realizan Shulman, J. H., Lotan, R. A. & Whitcomb J. A, quienes hacen un análisis de casos que los lleva a considerar que la pedagogía tradicional en la que el profesor es el portador del conocimiento y quien tiene las verdades absolutas, no genera un aprendizaje permanente, y que incluso podríamos decir bajo nuestro contexto actual, que es el enfoque por competencias, ha sido rebasado por las demandas y necesidades de la sociedad misma y requieren de una renovación, de una innovación en las prácticas educativas, en las que el trabajo en equipo, es una opción que promueve un aprendizaje autogestionado y colaborativo, que promueve la participar activa y grupal, donde dicho aprendizaje exige por parte del alumno un pensamiento crítico, iniciativa y la capacidad de resolver situaciones problemáticas.
Ciertamente el trabajo en equipos colaborativos es un medio por el cual se puede hacer frente al requerimiento que hoy demanda el enfoque por competencias, y que promueve en los estudiantes un aprendizaje más significativo que va más allá de la sola memorización, se contrapone a la actitud pasiva por parte del alumno a ser sólo receptor del conocimiento, lo que me lleva a preguntarme, en un contexto globalizador como en el que nos encontramos, donde la evaluación a la calidad educativa es un elemento de gran peso, pero desgraciadamente lo que se evalúa no corresponde a lo que se busca desarrollar con el enfoque por competencias ¿cómo resolver esa disparidad de objetivos?.
Por otro lado, ciertamente para que se dé un proceso de innovación es necesario que los profesores estemos dispuestos a renunciar a ser el poseedor del conocimiento y ser facilitadores del mismo, recuerdo el año 2005, cuando ingrese al sistema como profesora, la revolución que había levantado el cambio en la reforma de secundaria para el 2006 era una verdadera revolución, pues consideraban que era un cambio no por la evaluación de las necesidades de la educación actual sino por el cambio presidencial de aquel entonces y que eran meras intenciones políticas las que se buscaba, pero aun más alarmante era la idea de considerar que en dicha reforma se “denigrara” al profesor a facilitador del conocimiento, muchos profesores, en su mayoría, con ya varios años de servicio se sentían indignados por dicho cambio, a lo que manifestaban no estar de acuerdo, pues no había las posibilidades para que el alumno fuera el centro del proceso educativo, ya que éste no tiene las facultades necesarias para encargarse de sí mismo, por lo que seguirían enseñando igual que siempre ¿cómo combatir la resistencia, la comodidad, la falta de interés del profesorado por enfrentar un enfoque que requiere cambios en su práctica educativa? ¿Cómo generar un trabajo colaborativo, con profesores que se resisten a compartir ideas y proyectos?
Y finalmente ¿Cómo impulsar en los alumnos un pensamiento crítico, iniciativa y como la capacidad de resolver situaciones problemáticas?, recuerdo las condiciones de la escuela donde trabajo, en donde los chicos que asisten tienen poco interés por la escuela, ven en ella sólo un escape para evitar el trabajo o bien las labores en casa, generar en ellos el desarrollo de competencias, nos lleva a una problemática más ¿cómo hacer atractiva la escuela para los alumnos?
Sin duda, enfrentamos diversas dificultades que requieren de una trasformación que implica un cambio de actitudes del profesorado, estar convencido que el trabajo centrado en el alumno requiere de un trabajo colaborativo, en equipo, necesario para que los alumnos hagan frente a las condiciones contextuales, se requiere generar en nuestros alumnos el deseo de aprender para la vida, no solamente conceptos, que no tengan utilidad en su vida diaria, así como buscar medios para sortear las imposiciones burocráticas, lo cual es requiere de cambios muy radicales, en los que unos cuantos podemos comenzar a marcar la diferencia, la duda constante es ¿cómo?.
Montse Andrade- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 11/09/2011
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