LA INNOVACIÓN: EL CAMBIO EN MANOS DE LOS DOCENTES EN COLECTIVO

Carbonell (2007) plantea que los espacios educativo más óptimos son los que no presentan un ambiente rígido y estructurado, a lo contrario de lo que suelen ser nuestras aulas, donde día a día, los docentes nos enfrentamos, además de actividades académicas, a cuestiones administrativas que entorpecen la flexibilidad de trabajo, estos mismos nos mantiene a los docente a un control absoluto en nuestras formas de trabajo, esto por una parte, que tiene que ver con la gestión que cada director escolar y personal administrativo tienen a su mando; por otra parte, y quizá uno de los elementos que obstaculizan una innovación en la prácticas en las aulas es la actitud del docente y la preparación que este tiene para encarar nuevas formas de trabajo, vertidas en resistencia y temor.

De igual forma las condiciones óptimas para lograr innovaciones en las prácticas de la formación, tiene que ver desde la perspectiva tanto de Shulman y Crabonell con contextos diferentes tanto de espacio como de la estructura organizativa y actitudinal de los que desempeñan esta labor comparado con un contexto como el de México y algunos de sus estados que presentan fisura y grandes carencias.

Aún así, el considerar lo anterior como una posibilidad de transformación para quienes tienen la esperanza y el ímpetu de construir formas más humanas de educación, aunque no se tengan las condiciones no quiere decir que sea imposible. Y es aquí, precisamente, donde la actitud, el compromiso y el sentido de responsabilidad de los docentes entra como mecanismo de acción. La disposición y como punto de partida, el sentido de trabajo colaborativo comenzando con los propios docentes, requieren de cambios de visión.

Este trabajo Colaborativo, que Shulman (1998) lo describe como trabajo grupal, tiene que ver con una interdependencia absoluta de todos los actores de la escena educativa: directores, administrativos, docentes, alumnos, padres de familia, e incluso partiendo desde los centros institucionales que rigen la política educativa, todo en su conjunto como un todo que funcione y articule a través de la diversidad y la socialización de la experiencias como eje central para impulsar la innovación en las formas de trabajo, tal como lo expresa Carbonell donde “la innovación, por lo general, arraiga allí donde existe un equipo docente fuerte y estable con una actitud abierta al cambio y con la voluntad de compartir objetivos para la mejora a o transformación del centro” (Carbonell, 2007; 30).

Pero, ¿cómo lograr que la actitud docente sea flexible ante los retos que la educación enfrenta en nuestros días? ¿Cómo lograr la concientización de quienes participamos y nos enfrentamos a circunstancia reales, donde la teoría esta asilada de nuestras prácticas cotidianas y de los requerimientos reales en cada aula, en cada docente, en cada alumno? ¿Cómo lograr que esa visión del que el maestro es el centro de la transición de saberes cambie radicalmente, logrando delegar esa autoridad a quienes estamos acostumbrados a no escuchar, a no mirar que son nuestros alumno?

Tal vez la propuesta de trabajo colaborativo, que expuesto y argumentado por casos, sea una oportunidad de apartarnos de posturas radicales, irreverentes o incluso indiferentes, al socializar en grupos docentes estas problemáticas y trabajar bajo propuestas mutuas, en el que sin embargo, aún hasta el trabajo en equipo entre nosotros mismo somos renuentes por miedo a abandonar nuestro individualismo.

Sin duda alguna, hay mucho por hacer ante estos obstáculos que, principalmente los docentes, enfrentamos al desarrollar prácticas educativas innovadoras, que generen mejoras, en la reflexión de que nuestros esfuerzos siempre vayan encaminados a la educación integral de nuestros alumnos.

Estos elementos mencionados son de relevancia para Shulman(1998) en la propuesta metodológica y pedagógica de trabajos de grupal, que tiene que ver un tanto, con los requerimientos que dispone el conocimiento por competencias; que si bien, vienen a ser una propuesta de reforma educativa con trasfondos socio-económico y políticos más que otra cosa, la propuesta es acertada hacia el trabajo docente, ante la necesidad de considerar estrategias que permitan alcanzar aprendizajes, que van más allá de conocimientos acumulativos, estos se dirigen a formar a alumnos con capacidades más abiertas, capacidades de solución de problemas a través de la socialización y la colaboración.

Sin embargo, queda el cuestionamiento de qué tipo de conocimiento se está promoviendo, si sólo es un conocimiento que se plantea para solucionar problemáticas, ¿dónde se tiende a caer en la dinámica de la aplicación de conocimientos para responder a las exigencias de una economía imperante? Esto, desde luego queda en manos de los docentes y de los objetivos que se plantean a aplicar este enriquecedor recurso innovador.