Educación en el mundo cambiante

En la sociedad actual, el conocimiento o información -en muchas versiones de los mismos- pueden encontrarse con sólo teclear en un buscador de Internet por lo que se han desatado muchos presupuestos acerca del papel de la escuela y de los profesores dentro de este contexto, cuestionamientos como: ¿para qué sirve, entonces, la escuela en este agitado siglo XXI, si su papel de transmisora del conocimiento ha sido entregado a otras instancias sociales?, o bien en el supuesto de que la escuela siga siendo la institución que entregue el conocimiento a las nuevas generaciones, ¿qué conocimiento se debe dar, si éste cambia constantemente? ¿Para qué sirve entonces la escuela en el convulsivo inicio del tercer milenio? ¿Para qué servimos los profesores?
Estos cuestionamientos, lejos de llevarnos a una postura de resistencia, de miedos por nuestra seguridad laboral, de si nuestra profesión como profesores está en peligro de extinción, deben ser precisamente estas condiciones aceleradas de abundancia de información, de cambios contantes los que requieren que el papel de la escuela y de los profesores sean regenerados.
Escuelas y profesores seguimos siendo necesarios, tenemos que transformarnos con urgencia, pues la sociedad actual requiere de la escuela, pero como una institución capaz de transitar de la enseñanza discursiva y el aprendizaje memorístico de un cuerpo cerrado de conocimientos estáticos a una escuela que no sólo enuncie sus valores sino que los transforme en formas de acción y relaciones cotidianas para convertirse en parámetro de vida democrática (Martínez Olive, 2006).
Así mismo requiere de profesores que sean capaces de rebasar la barrera generacional, en la que la forma en que muchos fuimos preparados o formados fue bajo una educación diferente a la actual, sin tantos medios tecnológicos, sin el avance vertiginoso de la información, lo cual ha servido como una excusa a quienes han querido decir que las condiciones de la sociedad del conocimiento son decadentes, o que tiene grandes abismos, sin embargo, dicha actitud no es de utilidad como sujetos activos que somos de la educación por lo que requerimos hacernos de nuevos conocimientos.

Bibliografía consultada:
Díaz Barriga, Ángel (2009) Educar en la era de la información. En Pensar la didáctica. Argentina: Amorrortu Editores. Pp. 88-104.
Martínez Olive, A. (Nov. 2006). Maestros y escuelas en el siglo XXI. Nuevos parámetros para la enseñanza y el aprendizaje. Educare Nueva Época, 8-10.
Moreno, Prudenciano (2001) Escenarios para la educación en el contexto de la globalización y la postmodernidad. Aportes, Año VI, no. 16.