Planteamiento de lectura No. 6. “La construcción de comunidades de aprendizaje y la enseñanza de la democracia en los centros escolares”
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Planteamiento de lectura No. 6. “La construcción de comunidades de aprendizaje y la enseñanza de la democracia en los centros escolares”
Planteamiento de lectura No. 6.
Elaboró: Francisco Javier Garcia Pardiñas.
“La construcción de comunidades de aprendizaje y la enseñanza de la democracia en los centros escolares”
Elaboró: Francisco Javier Garcia Pardiñas.
“La construcción de comunidades de aprendizaje y la enseñanza de la democracia en los centros escolares”
Cada nuevo ciclo escolar pareciera representar para los centros escolares una nueva oportunidad para los docentes de mejorar aquello en lo que fallamos el ciclo anterior. De esta manera nos queda la sensación de que dejamos tareas pendientes por hacer cuando termina el ciclo y vemos tal vez por última vez a nuestros alumnos y nuestros compañeros maestros.
Ocupar un cargo directivo asigna doble responsabilidad: en alguna medida quienes tenemos la ¿des-fortuna? de tener esta función en las escuelas, somos responsables de la “educación” de los alumnos y de los “resultados” de los maestros, ante la autoridad y los padres de familia. En ello hay algo de razón si se asume que lo directivos “deben” operar en las escuelas los proyectos que mandan instancias jerarquicas superiores y ello incluye el proyecto educativo del gobierno en turno. A veces en la estrechez de una oficina llena de documentos a finales del ciclo escolar los directivos (a veces sólo el subdirector) reciben una cantidad exorbitante de documentos que se utilizan para rendir los diferentes informes que la autoridad solicita año con año. Concentrados de calificaciones, informes de evaluación, estadísticas, informes de asignatura, de comisiones anuales, forman parte de la “documentitis” que integra la burocracia administrativa de las escuela.
Esta pequeña reseña de un pasaje de la vida escolar de fin de ciclo sirve para exponer aunque de manera muy sucinta la necesidad de adoptar dos propuestas de cambio en los centros escolares siguiendo los planteamientos de Kemmis y Carbonell: Creación de comunidades de aprendizaje y enseñanza de la democracia.
La mayor insatisfacción de directivos y docentes de una escuela sin duda es el hecho de haber tenido “cierto porcentaje de reprobación”, “cierto número de alumnos desertores” y “cierto índice de aprovechamiento”. Cada uno de ellos representa un problema que debería ser investigado en el contexto particular de cada escuela y de los docentes, sin embargo termina el ciclo y todos, docentes y directivos deseamos el ansiado receso, hasta cierto punto buscamos olvidarnos de la escuela y sus alumnos, no hacemos una problematización de nuestro trabajo, de los problemas que enfrentamos a lo largo del curso y de sus alternativas. Al proceder de esta manera permitimos que se siga reproduciendo las formas de desigualdad social que funcionan en el discurso, en la organización y en las prácticas de escolarización descubiertas por la teoría de la reproducción.
Por eso es necesario impulsar en nuestra práctica educativa la creación de la comunidad de investigadores críticos que realicen investigación-acción que posibiliten que “durante el proceso, los participantes y el grupo como un todo deben tratar de ubicar sus propias prácticas, comprensión y situación en el contexto social y cultural más amplio, relacionando las ideas individuales, con un discurso más vasto, las relaciones individuales con la red más extensa de relaciones sociales y culturales y la acción individual con el contexto más global del cambio social” (Kemmis, 1993: 164), no se trata en este sentido solo de identificar cuáles son los problemas de aprendizaje sino como éstos problemas se inscriben en discursos hegemónicos más amplios que tienden a reproducir la desigualdad escolar.
La democracia pensada como participación pensada, como tomar la palabra en igualdad de condiciones, de generar dialogo con los otros y acuerdos con ellos, de respetar las decisiones de los otros –dice Carbonell- puede muy bien integrarse en la articulación de la comunidad de investigadores críticos, analizadores de los problemas educativos. El papel de los docentes y directivos tendrá que pensarse como gestión democrática que vea a los demás como iguales despojándose de la interpretación vertical de la autoridad y del poder. De esta manera, los espacios en los que se desarrolle un espíritu democratizador bien se encuentran justificados por la existencia de un Curriculum democrático cuyo slogan debería ser para todas las instituciones “aquí ningún maestro cobra si no ha participado activa, comprometida y reflexivamente” En este proceso en lugar de ser los que determinen los directivos tendrán que coordinar y dinamizar la participación de todos los docentes buscando desarrollar decisiones democráticas en todos los ámbitos de la vida escolar y que el sentido común refuerce.
Los problemas educativos posiblemente no podrán resolverse pues son muchos los factores que los determinan, sin embargo algo cambiará si creamos estas comunidades democráticas de investigadores críticos. Al menos mejorará la formación de los docentes pues como sustenta Kemmis la comunidad de investigadores críticos y democráticos supone la ilustración compartida, la lucha política y la construcción de ciclos de acción y reflexión de nuestro trabajo y nuestra fantasía: la educación.
Ocupar un cargo directivo asigna doble responsabilidad: en alguna medida quienes tenemos la ¿des-fortuna? de tener esta función en las escuelas, somos responsables de la “educación” de los alumnos y de los “resultados” de los maestros, ante la autoridad y los padres de familia. En ello hay algo de razón si se asume que lo directivos “deben” operar en las escuelas los proyectos que mandan instancias jerarquicas superiores y ello incluye el proyecto educativo del gobierno en turno. A veces en la estrechez de una oficina llena de documentos a finales del ciclo escolar los directivos (a veces sólo el subdirector) reciben una cantidad exorbitante de documentos que se utilizan para rendir los diferentes informes que la autoridad solicita año con año. Concentrados de calificaciones, informes de evaluación, estadísticas, informes de asignatura, de comisiones anuales, forman parte de la “documentitis” que integra la burocracia administrativa de las escuela.
Esta pequeña reseña de un pasaje de la vida escolar de fin de ciclo sirve para exponer aunque de manera muy sucinta la necesidad de adoptar dos propuestas de cambio en los centros escolares siguiendo los planteamientos de Kemmis y Carbonell: Creación de comunidades de aprendizaje y enseñanza de la democracia.
La mayor insatisfacción de directivos y docentes de una escuela sin duda es el hecho de haber tenido “cierto porcentaje de reprobación”, “cierto número de alumnos desertores” y “cierto índice de aprovechamiento”. Cada uno de ellos representa un problema que debería ser investigado en el contexto particular de cada escuela y de los docentes, sin embargo termina el ciclo y todos, docentes y directivos deseamos el ansiado receso, hasta cierto punto buscamos olvidarnos de la escuela y sus alumnos, no hacemos una problematización de nuestro trabajo, de los problemas que enfrentamos a lo largo del curso y de sus alternativas. Al proceder de esta manera permitimos que se siga reproduciendo las formas de desigualdad social que funcionan en el discurso, en la organización y en las prácticas de escolarización descubiertas por la teoría de la reproducción.
Por eso es necesario impulsar en nuestra práctica educativa la creación de la comunidad de investigadores críticos que realicen investigación-acción que posibiliten que “durante el proceso, los participantes y el grupo como un todo deben tratar de ubicar sus propias prácticas, comprensión y situación en el contexto social y cultural más amplio, relacionando las ideas individuales, con un discurso más vasto, las relaciones individuales con la red más extensa de relaciones sociales y culturales y la acción individual con el contexto más global del cambio social” (Kemmis, 1993: 164), no se trata en este sentido solo de identificar cuáles son los problemas de aprendizaje sino como éstos problemas se inscriben en discursos hegemónicos más amplios que tienden a reproducir la desigualdad escolar.
La democracia pensada como participación pensada, como tomar la palabra en igualdad de condiciones, de generar dialogo con los otros y acuerdos con ellos, de respetar las decisiones de los otros –dice Carbonell- puede muy bien integrarse en la articulación de la comunidad de investigadores críticos, analizadores de los problemas educativos. El papel de los docentes y directivos tendrá que pensarse como gestión democrática que vea a los demás como iguales despojándose de la interpretación vertical de la autoridad y del poder. De esta manera, los espacios en los que se desarrolle un espíritu democratizador bien se encuentran justificados por la existencia de un Curriculum democrático cuyo slogan debería ser para todas las instituciones “aquí ningún maestro cobra si no ha participado activa, comprometida y reflexivamente” En este proceso en lugar de ser los que determinen los directivos tendrán que coordinar y dinamizar la participación de todos los docentes buscando desarrollar decisiones democráticas en todos los ámbitos de la vida escolar y que el sentido común refuerce.
Los problemas educativos posiblemente no podrán resolverse pues son muchos los factores que los determinan, sin embargo algo cambiará si creamos estas comunidades democráticas de investigadores críticos. Al menos mejorará la formación de los docentes pues como sustenta Kemmis la comunidad de investigadores críticos y democráticos supone la ilustración compartida, la lucha política y la construcción de ciclos de acción y reflexión de nuestro trabajo y nuestra fantasía: la educación.
javier garcia pardiñas- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 15/09/2011
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