Segunda sesion...
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Segunda sesion...
«El entendimiento común piensa ciertamente que los que saben son aquellos que no necesitan aprender, puesto que ya han terminado su aprendizaje: Pero no es así ; sólo sabe aquel que entiende que debe volver a aprender constantemente el que, a raíz de esta comprensión, ha llegado ante todo a la posición de poder aprender siempre. Esto es mucho más difícil que poseer conocimientos. Poder aprender supone poder preguntar»
Heidegger.
Entre la reforma educativa y la innovación…
¡Estoy yo!
¡Estoy yo!
Querido y acompañante diario:
El hecho de poder socializar con mis compañeros de clase los estrujantes pero también necesarios saberes del seminario, me remite a pensar en la grandiosa oportunidad que otorga la vida -sí es que uno la quiere mirar así- de compartir con los otros no sólo un espacio posibilitado por cuatro muros sino más bien, un espacio donde impera la libertad en su estricto significado desde el conductor del seminario hasta mis compañeros de andanzas seminarísticas. Esta interacción cognitiva que se ha dado en sólo dos sesiones !Lo cual es increíble! permite evidenciar rasgos distintivos de la personalidad de cada uno de los participantes, los cuales también están inscritos en un clima de respeto. La singularidad de los compañeros permite reconocer nuevamente un concepto, que en el transitar de la vida moderna y de las políticas económicas neoliberales imperantes que construyen discursos persuasivos alrededor de la eficiencia del trabajo y la competitividad, se ha visto trastocado en su sentido y significado, me refiero a la diversidad. Con ello no quiero decir que jamás haya levantado la mano para decir aquí estoy sino que en este momento goza de un cómodo ambiente para movilizarse, consecuencia de la propuesta didáctica del conductor del seminario.
Esta propuesta didáctica ha permitido la discusión de lecturas bastante enriquecedoras para el acervo cognitivo de todos nosotros. Aunado a este hecho, se propicia la reflexión, capacidad inmanente para todo aquel ser que está dispuesto a que aquella idea que salió de él, no regresará igual producto de los vaivenes de la discusión grupal o por equipos, del atreverse a participar dejando atrás miedos infundados, de abrirse a un sin número de posibilidades de crecimiento, de reconsiderar la posible caducidad de los esquemas de pensamiento enraizados fuertemente tras años de creer y sólo creer que la docencia era una profesión finita. El propiciar la reflexión, entendida de este modo, me aleja ineludiblemente de la concepción cartesiana del pienso luego existo, generando una escisión irreconciliable entra ambas instancias, más bien, como bellamente expresa Heidegger, porque existo, pienso.
Me encuentro situado entre el dilema de la reforma educativa y la innovación. Por un lado, la primera al tener una característica vertical, es decir, auspiciada desde los poderes públicos con fines de instrumentación por aquellos considerados el último eslabón del sistema, prescribe con un discurso retórico el hacer en educación y por el otro, la innovación como una experiencia que sólo me compete.
Efectivamente, este dilema genera en mi cierta incertidumbre por la posición que ocupo en este, además de la gran responsabilidad que conlleva el estar investido con esta profesión y ni siquiera imaginar lo que sucede en los centros de trabajo de mi comunidad, de mi municipio, en mi país. Es atrevido realizar conjeturas acerca de esto, no obstante, el escuchar a los compañeros, al conductor del seminario, el realizar lecturas de diverso calado y su posterior discusión en equipo o en plenaria, da la pauta para tener un acercamiento a la realidad de lo acontecido en las escuelas.
La innovación al ser una experiencia de la que puedo echar mano, sólo adquirirá significado en cuanto se traduzca en actividades concretas, sustitución de mis prácticas pedagógicas sedimentadas a lo largo de años de servicio, pero ello requiere de una disposición endeble ante situaciones contingentes a la que me puedo enfrentar, por ejemplo, el discurso educativo oficial, la cultura escolar, el liderazgo autoritario o arcaico de un director, padres de familia resistentes ante una propuesta pedagógica que les puede resultar incómoda y que atente su estabilidad añeja de lo que ha sido la escuela. El proyecto de intervención que propone el maestro Gilberto ha sido recibido con beneplácito por todos los integrantes del grupo, en tanto es una innovación en el ISCEEM, nos mantiene en constante movimiento haciendo correcciones, ajustes y delimitaciones que nos lleven a culminarlo exitosamente.
El trabajo grupal y por equipo me parece, es una alternativa que puede ser fructífera en todos los sentidos. Por una parte, pone en juego el desarrollo de habilidades sociales que aun en este nivel de posgrado no son del todo evidentes y por el otro, el concebir el aprendizaje como una actividad permanente, a lo largo de una vida, nunca finito, en suma, una actividad inmanente del ser humano.
Al inicio este diario, el epígrafe es muestra de lo expuesto a lo largo de esta redacción. El romper con un paradigma que reposa en lo que los griegos llamaban la doxa, conlleva un esfuerzo loable que mis compañeros y yo estamos dispuestos a tomar; abiertos a saber que necesitamos aprehender y aprender, pues como dice Heidegger, «el aprender supone el poder preguntar».
Esta propuesta didáctica ha permitido la discusión de lecturas bastante enriquecedoras para el acervo cognitivo de todos nosotros. Aunado a este hecho, se propicia la reflexión, capacidad inmanente para todo aquel ser que está dispuesto a que aquella idea que salió de él, no regresará igual producto de los vaivenes de la discusión grupal o por equipos, del atreverse a participar dejando atrás miedos infundados, de abrirse a un sin número de posibilidades de crecimiento, de reconsiderar la posible caducidad de los esquemas de pensamiento enraizados fuertemente tras años de creer y sólo creer que la docencia era una profesión finita. El propiciar la reflexión, entendida de este modo, me aleja ineludiblemente de la concepción cartesiana del pienso luego existo, generando una escisión irreconciliable entra ambas instancias, más bien, como bellamente expresa Heidegger, porque existo, pienso.
Me encuentro situado entre el dilema de la reforma educativa y la innovación. Por un lado, la primera al tener una característica vertical, es decir, auspiciada desde los poderes públicos con fines de instrumentación por aquellos considerados el último eslabón del sistema, prescribe con un discurso retórico el hacer en educación y por el otro, la innovación como una experiencia que sólo me compete.
Efectivamente, este dilema genera en mi cierta incertidumbre por la posición que ocupo en este, además de la gran responsabilidad que conlleva el estar investido con esta profesión y ni siquiera imaginar lo que sucede en los centros de trabajo de mi comunidad, de mi municipio, en mi país. Es atrevido realizar conjeturas acerca de esto, no obstante, el escuchar a los compañeros, al conductor del seminario, el realizar lecturas de diverso calado y su posterior discusión en equipo o en plenaria, da la pauta para tener un acercamiento a la realidad de lo acontecido en las escuelas.
La innovación al ser una experiencia de la que puedo echar mano, sólo adquirirá significado en cuanto se traduzca en actividades concretas, sustitución de mis prácticas pedagógicas sedimentadas a lo largo de años de servicio, pero ello requiere de una disposición endeble ante situaciones contingentes a la que me puedo enfrentar, por ejemplo, el discurso educativo oficial, la cultura escolar, el liderazgo autoritario o arcaico de un director, padres de familia resistentes ante una propuesta pedagógica que les puede resultar incómoda y que atente su estabilidad añeja de lo que ha sido la escuela. El proyecto de intervención que propone el maestro Gilberto ha sido recibido con beneplácito por todos los integrantes del grupo, en tanto es una innovación en el ISCEEM, nos mantiene en constante movimiento haciendo correcciones, ajustes y delimitaciones que nos lleven a culminarlo exitosamente.
El trabajo grupal y por equipo me parece, es una alternativa que puede ser fructífera en todos los sentidos. Por una parte, pone en juego el desarrollo de habilidades sociales que aun en este nivel de posgrado no son del todo evidentes y por el otro, el concebir el aprendizaje como una actividad permanente, a lo largo de una vida, nunca finito, en suma, una actividad inmanente del ser humano.
Al inicio este diario, el epígrafe es muestra de lo expuesto a lo largo de esta redacción. El romper con un paradigma que reposa en lo que los griegos llamaban la doxa, conlleva un esfuerzo loable que mis compañeros y yo estamos dispuestos a tomar; abiertos a saber que necesitamos aprehender y aprender, pues como dice Heidegger, «el aprender supone el poder preguntar».
Sé que el preguntar a un compañero, maestro, a un autor o a la vida misma me llevará por el sendero del aprendizaje…
!Saludos a todos los amigos dispuestos a querer aprender!
Atte. Josesito Flores García.
Atte. Josesito Flores García.
Josesito Flores García- Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 18/09/2011
Edad : 47
Buena relatoria
Hola!
Me gusto mucho la forma en que relataste el día del seminario, interesante la forma en la que vinculaste las lecturas para la sesión y los hechos como los persibiste.
Me gusto mucho la forma en que relataste el día del seminario, interesante la forma en la que vinculaste las lecturas para la sesión y los hechos como los persibiste.
Montse Andrade- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 11/09/2011
buena filosofía
Josesito, me agradó tu forma de escribir como percibiste la sesión, eres muy analítico y filosófico
CECILIA YAÑEZ GALICIA- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 19/09/2011
Edad : 60
Localización : por correo electronico
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