Docencia con consciencia
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Docencia con consciencia
Vincular la actividad práctica con el desarrollo de las diferentes competencias que rescata Perrenoud, resulta ser una tarea un tanto complicada, pues cuando miramos nuestro actuar, nos damos cuenta que no implica el desarrollo de una sola competencia, o un solo grupo de las mismas, sino que se vincula con todo el enramado que presenta el autor e incluso con otras que Perrenoud pudiera dejar fuera.
Lo que me parece del todo interesante, es que en más de una ocasión como docentes hacemos alusión a la falta de relación entre la teoría y la práctica, cuando el problema no es que las teorías no correspondan a la práctica, sino más bien se trata de un problema de desconocimiento y de ignorancia de lo que estamos haciendo en las escuelas y en nuestras aulas.
Zabalza (2003) y Perrenoud (2004) nos invitan a hacer una reflexión sobre nuestra práctica como docentes, hacer un alto en el camino y considerar hasta dónde soy consciente de la importancia de nuestro trabajo en la formación de los alumnos que están a nuestro cargo.
Han surgido muchas incomodidades y críticas al enfoque por competencias que hoy está vigente en los diferentes niveles educativos –desde preescolar hasta superior-, se le ha criticado de no implicar un desarrollo integral del alumno, pues se privilegia en su estructura curricular a las asignaturas que ayudan en la formación de mano de obra cualificada y con carácter utilitarista; sin duda podríamos enlistar muchas de las desventajas que como docentes le vemos a dicho enfoque que es la medula espinal de la educación en nuestro país, sin embargo, me parece que dicha actitud, no denota más que nuestra falta de compromiso para sacar provecho de las circunstancias y como diría Zabalza (2003), nuestra postura crítica nos impide buscar alternativas para mejorar los procesos educativos. Lo cual podemos observar a partir de diferentes problemáticas intentaré rescatar cuatro que son importantes para mi:
Una de nuestras dificultades como docentes, es la falta de interés en nuestra formación continua y que lleva a realizar una práctica basada más en el sentido común, ya que eso no requiere de compromiso personal ni profesional, entonces ¿cómo pretendemos que la educación en nuestro país mejore?, ¿cómo exigimos que nuestros alumnos se comprometan con su proceso de aprendizaje, si nosotros no nos comprometemos con el proceso de enseñanza? Me parece que los planteamientos que hace Zabalza (2003) sobre lo que se requiere para tener una calidad de la docencia, requiere que nos demos la oportunidad de reconocer que el desarrollo de competencias docentes no es del todo negativo o requerimientos utilitaristas, sino que podemos utilizarlos como herramientas que nos permitan hacer nuestra práctica docente con conciencia de las implicaciones de la misma y lograr un impacto positivo en nuestros alumnos.
Una segunda problemática que Zabalza rescata es la dificultad y resistencia para el trabajo colegiado y en equipo por parte de los docentes, preferimos cerrar nuestras posibilidades de diálogo por el miedo a recibir las críticas o comentarios por nuestros colegas, nos falta la cultura de la evaluación, autoevaluación y documentación pues no tenemos claro que la evaluación es para mejorar, para reconstruir y optimizar nuestro trabajo, aun como docentes la evaluación nos atemoriza.
La tercera es que no tenemos consciencia del papel central que jugamos en la educación, he hecho inca píe en los otros planteamientos de las lecturas que hemos revisado en el seminario, sobre la importancia del factor humano que representamos los docentes y la oportunidad que tenemos de trasformar y hacer uso de las diferentes políticas educativas -establecidas a partir de un contexto mundial- tenemos la posibilidad de realizar la contextualización de acuerdo a nuestros diferentes centros de trabajo, apegarlas a las características de los alumnos que atendemos; hacer uso de aquello que es planteado desde fuera de las escuelas, integrarlo a partir de la planeación y preparación de los programas, integrando la utilización de las Tecnologías de la Información y la comunicación (TIC), creando recurso didácticos de apoyo para nuestros alumnos que pudieran ayudar a hacer frente a las condiciones del contexto mundial.
No obstante, hay una cuarta problemática a las que aun no encuentro forma de hacer frente, como la evaluación incongruente entre lo que se plantea en los planes y programas de estudio y las demandas de los organismos internacionales que evalúan la educación de un país ¿cómo encontrar esas coincidencias? Cómo desarrollar en nuestros alumnos competencias reflexivas, criticas, de juicio, y que a la vez les permitan aprobar las evaluaciones que exaltan la memorización de conocimientos y que son totalmente descontextualizadas, pues son planteadas a nivel internacional.
Perronoud, P. (2004) En: Diez nuevas competencias para enseñar. Invitación al viaje. México: Graó/Colofón. Cap. 4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo.
Zabalza, M. A. (2003) Las diez dimensiones de una docencia de calidad. En Competencias docentes del profesorado universitario. España. Ediciones Narcea. Pp. 180-215.
Lo que me parece del todo interesante, es que en más de una ocasión como docentes hacemos alusión a la falta de relación entre la teoría y la práctica, cuando el problema no es que las teorías no correspondan a la práctica, sino más bien se trata de un problema de desconocimiento y de ignorancia de lo que estamos haciendo en las escuelas y en nuestras aulas.
Zabalza (2003) y Perrenoud (2004) nos invitan a hacer una reflexión sobre nuestra práctica como docentes, hacer un alto en el camino y considerar hasta dónde soy consciente de la importancia de nuestro trabajo en la formación de los alumnos que están a nuestro cargo.
Han surgido muchas incomodidades y críticas al enfoque por competencias que hoy está vigente en los diferentes niveles educativos –desde preescolar hasta superior-, se le ha criticado de no implicar un desarrollo integral del alumno, pues se privilegia en su estructura curricular a las asignaturas que ayudan en la formación de mano de obra cualificada y con carácter utilitarista; sin duda podríamos enlistar muchas de las desventajas que como docentes le vemos a dicho enfoque que es la medula espinal de la educación en nuestro país, sin embargo, me parece que dicha actitud, no denota más que nuestra falta de compromiso para sacar provecho de las circunstancias y como diría Zabalza (2003), nuestra postura crítica nos impide buscar alternativas para mejorar los procesos educativos. Lo cual podemos observar a partir de diferentes problemáticas intentaré rescatar cuatro que son importantes para mi:
Una de nuestras dificultades como docentes, es la falta de interés en nuestra formación continua y que lleva a realizar una práctica basada más en el sentido común, ya que eso no requiere de compromiso personal ni profesional, entonces ¿cómo pretendemos que la educación en nuestro país mejore?, ¿cómo exigimos que nuestros alumnos se comprometan con su proceso de aprendizaje, si nosotros no nos comprometemos con el proceso de enseñanza? Me parece que los planteamientos que hace Zabalza (2003) sobre lo que se requiere para tener una calidad de la docencia, requiere que nos demos la oportunidad de reconocer que el desarrollo de competencias docentes no es del todo negativo o requerimientos utilitaristas, sino que podemos utilizarlos como herramientas que nos permitan hacer nuestra práctica docente con conciencia de las implicaciones de la misma y lograr un impacto positivo en nuestros alumnos.
Una segunda problemática que Zabalza rescata es la dificultad y resistencia para el trabajo colegiado y en equipo por parte de los docentes, preferimos cerrar nuestras posibilidades de diálogo por el miedo a recibir las críticas o comentarios por nuestros colegas, nos falta la cultura de la evaluación, autoevaluación y documentación pues no tenemos claro que la evaluación es para mejorar, para reconstruir y optimizar nuestro trabajo, aun como docentes la evaluación nos atemoriza.
La tercera es que no tenemos consciencia del papel central que jugamos en la educación, he hecho inca píe en los otros planteamientos de las lecturas que hemos revisado en el seminario, sobre la importancia del factor humano que representamos los docentes y la oportunidad que tenemos de trasformar y hacer uso de las diferentes políticas educativas -establecidas a partir de un contexto mundial- tenemos la posibilidad de realizar la contextualización de acuerdo a nuestros diferentes centros de trabajo, apegarlas a las características de los alumnos que atendemos; hacer uso de aquello que es planteado desde fuera de las escuelas, integrarlo a partir de la planeación y preparación de los programas, integrando la utilización de las Tecnologías de la Información y la comunicación (TIC), creando recurso didácticos de apoyo para nuestros alumnos que pudieran ayudar a hacer frente a las condiciones del contexto mundial.
No obstante, hay una cuarta problemática a las que aun no encuentro forma de hacer frente, como la evaluación incongruente entre lo que se plantea en los planes y programas de estudio y las demandas de los organismos internacionales que evalúan la educación de un país ¿cómo encontrar esas coincidencias? Cómo desarrollar en nuestros alumnos competencias reflexivas, criticas, de juicio, y que a la vez les permitan aprobar las evaluaciones que exaltan la memorización de conocimientos y que son totalmente descontextualizadas, pues son planteadas a nivel internacional.
Perronoud, P. (2004) En: Diez nuevas competencias para enseñar. Invitación al viaje. México: Graó/Colofón. Cap. 4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo.
Zabalza, M. A. (2003) Las diez dimensiones de una docencia de calidad. En Competencias docentes del profesorado universitario. España. Ediciones Narcea. Pp. 180-215.
Montse Andrade- Mensajes : 46
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